jueves, 6 de octubre de 2011

La parábola del prestamista español

En Mateo 18, 25:

Por eso, el reino de los cielos se puede comparar a un rey que quiso hacer cuentas con sus funcionarios.  Había comenzado a hacerlas, cuando le llevaron a uno que le debía muchos millones. Como aquel funcionario no tenía con qué pagar, el rey ordenó que lo vendieran como esclavo, junto con su esposa, sus hijos y todo lo que tenía, a fin de saldar la deuda. El funcionario cayó de rodillas delante del rey, rogándole: ‘Señor, ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo.’ El rey tuvo compasión de él, le perdonó la deuda y lo dejó ir en libertad. 

“Pero al salir, aquel funcionario se encontró con un compañero que le debía una pequeña cantidad. Lo agarró del cuello y lo ahogaba, diciendo: ‘¡Págame lo que me debes!’. El compañero se echó a sus pies, rogándole: ‘Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo.’ Pero el otro no quiso, sino que le hizo meter en la cárcel hasta que pagara la deuda. Esto disgustó mucho a los demás compañeros, que fueron a contar al rey todo lo sucedido. El rey entonces le mandó llamar y le dijo: ‘¡Malvado!, yo te perdoné toda aquella deuda porque me lo rogaste.  Pues también tú debiste tener compasión de tu compañero, del mismo modo que yo tuve compasión de ti.’ Tanto se indignó el rey, que ordenó castigarle hasta que pagara toda la deuda.”

Ahora apliquémoslo a España:

El gobierno estaba haciendo números y se dio cuenta de que los bancos le debían muchos millones. Los mandó llamar, los nacionalizó, les dió indemnizaciones millonarias a sus ex directores, y los volvió a privatizar con dinero público.

Mientras tanto, llegó una persona que le debía una cantidad muchísimo menor al banco y le dijo: "ten paciencia conmigo, toma mi casa y libérame de la hipoteca", pero éste, en vez de compadecerse, le mandó a la policía y lo echó a la calle.

Entonces, el gobierno dijo: bueno...es que el banco no puede quedarse con tantas casas. Así que la persona pobre, más pobre se quedó. No hubo castigo para el banco.

Algo falla...

  Señores banqueros, si tan cristianos dicen ser...¿por qué no se aplican la parábola?

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