viernes, 30 de mayo de 2014

Andalucía...¿intocable?

El otro día me contaron una historia que me pareció vergonzosa y vergonzante, sobre el hermano de un familiar mío que estaba en el hospital y querían darle de alta, estando todavía muy enfermo, porque "necesitaban la cama y llevaba ya 3 meses allí". Yo pensaba, "bueno, ¿y qué? Si está enfermo y necesita atención médica constante, ya lleve dos días, tres meses o un año, para eso está la sanidad, ¿no?".

Yo pensaba que poco a poco me iría enterando de la situación, pero al día siguiente me requiere mi tío para que vaya con él: "ven conmigo al hospital 'tú que eres asistente social y sabes hablar mejor y más calmado', porque yo soy capaz de darle dos hostias al jefe médico". La cuestión era que otra vez habían amenazado a este hombre con darle de alta y enviarlo a una residencia de ancianos (él con 58 años...) en una urbanización en medio del campo, a 50 minutos del hospital más cercano. Claro, si antes tenía sólo una enfermedad orgánica, ya le estaban causando una mental y somatizaba por miedo a "no llegar al hospital" en el próximo ataque.

Total, que yo pensaba que esto de los recortes no estaban siendo tan agresivos en Andalucía, y ya no sólo en atención a enfermos: cuando subíamos para empezar el periplo de despachos, nos quedamos encerrados en el ascensor de 1'40x1'40 con otras dos personas con agorafobia a las que tuvimos que calmar. Diez minutos sin que nadie acudiese a sacarnos, ni tocando alarmas, ni llamando al 112...Finalmente forzamos la puerta y tuvimos que bajarnos casi en una "entreplanta"...pero nadie acudió y un ascensor menos funcionando tanto para visitantes como para enfermos. Primer recorte: mantenimiento.

Después de subir 8 plantas a pie (ya le cogimos miedito al ascensor), llegamos a la habitación. Una persona hinchada por retención de líquidos, con varios tubos puestos por el cuerpo, los pies morados, y casi sin poder abrir los ojos. Pero oigan, que ese hombre estaba para darle de alta eh. Segundo recorte: atención sanitaria directa.

Para bajar nos atrevemos a montarnos de nuevo en un ascensor más amplio. Mientras esperamos (10 minutos, sin exagerar. Mientras, una celadora impaciente con una enferma a la que tenía que bajar a urgencias; la mujer medio desmayada en la silla de ruedas). En la puerta del ascensor, un cartel que dice: "El hospital ha despedido a la anterior empresa concesionaria de limpieza y ha contratado a otra con menos de la mitad de trabajadoras/es, por lo que si encuentran suciedad, no es culpa de las limpiadoras". Tercer recorte: limpieza.

Por fin llegamos al despacho de la trabajadora social, y allí varias personas esperando con el mismo problema: tienen un familiar muy enfermo al que quieren dar de alta, ellos no se pueden hacer cargo, y lo quieren enviar a la residencia "acorde a su renta", porque las plazas concertadas están cerradas. La mujer me da a entender que tiene presiones desde dirección para mandar a gente fuera, y que los médicos están igual. Y encima, la mayoría de esas personas llevan años esperando una valoración de situación de dependencia, y ahora para valorarlos de urgencia, los expedientes se han extraviado. Cuarto recorte: servicios sociales.

Total, que nos volvimos, si acaso, más indignados de lo que llegamos. Quinto recorte: DIGNIDAD

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