El fin de semana pasado vivimos en Dos Hermanas otro multitudinario mitin político...y como veréis, no digo ni de qué partido, porque no encuentro diferencia entre "uno" y "otro". El mensaje fue el mismo: críticas e insultos a la oposición, el "nosotros lo hubiésemos hecho mejor", y el "mirad cuánta gente hemos congregado pagándoles el autobús, el bocadillo, e incluso la asistencia".
Los vecinos que tenemos la "gran suerte" de vivir colindantes al palacio de deportes sufrimos las mismas consecuencias que en todos los mitins: pruebas de sonido a todo volumen el día anterior, y a horas tempranas de la mañana del día D, acceso cortado para llegar a tu casa, poyetes con latas de cerveza y alguna que otra micción...Pero también trae consecuencias positivas: es la única vez que limpian el barrio, los bares y establecimientos hacen su agosto en un día...
Pero lo que me trae a escribir hoy es el "efecto Janis"; un comportamiento que se da en los grupos, de mayor o menor tamaño, y que los trabajadores sociales tenemos que estudiar y prevenir que no ocurra. Así que aprovechando que tengo matrícula de honor en el tema, voy a recordar esos conocimientos: un grupo se forma, casi siempre, por una serie de personas que tienen objetivos comunes, motivaciones comunes, y quieren trabajar por una causa común. En cada grupo se generan unos roles y status, y su consiguiente liderazgo (o liderazgos). Ahora bien, si el líder no es igualitario y eclipsa a los demás miembros, lo podríamos definir como carismático...o tacharlo de dictador. Tanto en un caso como en otro, el eclipsar a miembros hace que la motivación se pierda.
Cuando un grupo, que ya ha marcado sus objetivos, normas y leyes internas, se desvía de todo e intenta conseguir proyectos demasiado ambiciosos y que no están a su alcance, se produce el efecto Janis. Y es lo que está pasando en la mayoría de las agrupaciones políticas: el programa electoral, que son las normas y objetivos internos, sólo se utiliza para el período de elecciones, y después todo son promesas demasiado ambiciosas por parte de un líder aparentemente carismático, que se mete en el bolsillo a la gente insultando a sus contrarios, prometiendo rebajas o beneficios fiscales...Cosas que nunca se harán, pero la multitud les ciega.
Por ello, a la hora de formar un (o entrar en) grupo, tengamos en cuenta su formación, sus normas, y no nos dejemos encandilar por el País de Nunca Jamás, porque por desgracia, de ilusiones no se vive.
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