Bien, pues parece mentira pero ya hace 6 días que volví, y se han hecho más largos de lo que pensaba. Allí los días eran demasiado cortos (incluso a la hora de amanecer y anochecer), y la temperatura era suave, tirando a fresca, y fría por las noches. Es un cambio muy brusco subir en un avión a 15º en Stansted y bajar 2 horas y media después a 40º en Sevilla. También es un cambio importante el dormir de nuevo en mi cama, a oscuras, y no en aquella "cunita" donde dormía, y sin persianas, que a las 4.30 de la mañana ya daba el sol el los ojos.
Londres es una megalópolis bonita e interesante; multicultural y tolerante, reaccionaria y a la vez revolucionaria...Para vivir bien allí hay que acostumbrarse a un ritmo de vida que, por lo menos en el sur de España no llevamos, y no me refiero a la "flojera" con la que siempre nos estigmatizan a los andaluces. Allí no se pasea, se anda corriendo arrollando a la gente con el "sorry" antes de topar contigo. Si estás charlando con un grupito, no dudarán en pasar por medio aunque tengan espacio por los laterales. La comida es toda precocinada y a base de sandwitches, pizzas, pasta y muuuchos restaurantes de comida rápida (Fish and chips, chicken and chips, McDonalds...).
Las iglesias anglicanas tienen, la mayoría, una cafetería dentro, o en la cripta (como por ejemplo, en la catedral de Saint Paul, que hay mesas encima de lápidas...para que después sea la iglesia católica romana la que tiene los negocios), y te cobran por entrar en la mayoría. Todo es dinero. Para encontrar un poco de tranquilidad hay que moverse a las afueras, como por ejemplo a Highgate (norte), que parece más bien un pueblecito de película de terror, pero es un barrio extraordinario (para mi gusto).
Respecto a temas sociales...allí TODO EL MUNDO tiene un empleo...Ya sea de "recogedor de periódicos" en el metro, de "asustador de palomas", de "cobrador de urinarios" (aunque con ésto último no estoy nada de acuerdo...). Lo que sí he visto son muchas barreras arquitectónicas para personas con discapacidad. Pocos edificios y acerados tienen rampas; la mayoría de estaciones de metro no tienen ascensor y en el 99% de los metros no entra una silla de ruedas sin salvar antes el escalón de 50 cm. Por lo que veo, no es Londres la única que carece de sentido común, pues al llegar me encuentro con la sorpresita de que en Dos Hermanas no se cambiará la denominación de "minusválidos" a "personas con discapacidad" hasta que no se deterioren las placas.
En fin, ahora toca la vuelta a la realidad. Ya soy un desempleado más sin la denominación de "estudiante" delante. No tengo que hacer exámenes en septiembre, pero sí seguir con investigaciones y colaborar en una tesis doctoral (por suerte son tareas que me fascinan). Y también me dedicaré a descansar esta quincena que le queda a agosto, para empezar de nuevo con fuerzas en septiembre a escribir por aquí nuevas puntillitas.
PD: Esta es una de las fotos que más me gustan de todo mi viaje. Extraño, sí, pero todavía quedan en mí algún que otro vestigio gótico, jejeje.
2 comentarios:
nuestro empleo de ahora es ser raro. vamos a conseguirlo! :)
Qué envidia! Muchos amigos míos también han ido este año a Londres.
Y en el fondo - aunque que te cobren por una necesidad fisiológica es un tanto fuerte... - cualquier cosa de la que se pueda sacar un trabajo para alguien, me parece perfecto.
Suerte en septiembre!!
PD: La foto me encanta +.+
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