Hoy, cuando he salido de mi casa, me ha parecido escuchar un coro de motosierras (hubiese preferido un coro de campanilleros, que viene más a la época). Han empezado a talar los naranjos que le daban identidad al barrio de Ibarburu. Se acabaron las primaveras con olor a azahar, para dar paso al perfume de los tubos de escape. Es lo que pasa cuando en cada casa hay un coche por habitante.
Mi calle, por suerte, todavía sin talar
Calle Zorzaleña (a 50 metros de mi calle). Vean la diferencia
Zona de la Calle Rapazalla en proceso de tala
Zona de la Calle Rapazalla talada
¡Welcome, carbon-dioxide!
1 comentario:
La verdad es que es una pena. Aquí en Palma por suerte cada vez plantan más y la única sierra que se oye es cuando los podan un poco.
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