viernes, 22 de abril de 2011

Pueblo mío, ¿qué te he hecho?

Pueblo mío, ¿qué te he hecho? ¿en qué te he ofendido? ¡Respóndeme! Te saqué de Egipto y por cuarenta años te guié por el desierto; te libré del mar, te dí a beber agua que manaba de la roca; te llevé a tu tierra, por tí vencí a los reyes de los pueblos cananeos; te hice poderoso, estando yo a tu lado derroté a tus enemigos. Tú hiciste una cruz para tu salvador.

Si me lees habitualmente, no creo que te parezca extraño que escriba sobre algo así; no será para tí una sorpresa que sea cristiano. Precisamente comienzo con una estrofa de lo que se canta el viernes santo, los "Improperios", es decir, las acusaciones que hace Jesucristo a su pueblo mientras está siendo clavado en la cruz.

Es curiosa la similitud de la muerte de Jesús, con la de otros revolucionarios, y cómo se va repitiendo la historia. Han habido personas virtuosas, carismáticas y con ideas innovadoras a las que se les ha seguido en minoría; cuando el poder establecido ha hablado mal de ellos, el mismo pueblo los ha rechazado sin saber si las acusaciones eran ciertas, y al cabo de unos años, se han "elevado a los altares" (algunos literalmente). Pasó con Blas Infante, que curiosamente ahora hablan de él los que menos siguen sus ideas, y ahora es el referente de lucha por Andalucía. También pasó con el Che Guevara, que mientras para la Revolución Cubana fué un estorbo, quedó en el olvido, y ahora todo el mundo lleva su imagen sin saber ni qué significa.

Jesús fué una de esas primeras personas; predicó durante 3 años, muchos lo siguieron, pero alrededor del 12-13 de Nissán (mes hebreo que corresponde aprox. a abril), ya no convenía. Muchos de sus seguidores se dejaron guiar por un rumor que propagaron los sacerdotes, y no duró ni dos días. Una persona que no hizo daño, fué crucificada y escupida al paso por su mismo pueblo. Tres siglos después, el mismo imperio que lo asesinó, hace de su mensaje la religión oficial, y es cuando desaparece el verdadero cristianismo. Hoy día seguimos el ejemplo de ese imperio: lo llevamos con vestimentas de oro, y son las personas más pudientes quienes lo adoran; esas personas que alimentan el capitalismo y las desigualdades, justo lo contrario a lo que predicaba Jesús.

Si Él volviese a la tierra de nuevo, en forma física, creo que se quedaría corto con nuevos improperios, pero ésta vez parecidos a: Pueblo mío, ¿qué has hecho en mi nombre? ¿por qué rechazas a los que yo acogía? Me has ofendido...mejor no me respondas...

1 comentario:

Alfonso Saborido dijo...

Vaya, qué sopresa. Coincidimos en título de blog hoy. Somos cristianos y de izquierdas, aunque militemos en partidos distintos ¿acostumbrado a que te den tortas? yo las recibo por todos lados, desde la iglesia hasta mi partido, en fin... jj, bueno, espero que no, te sigo. Un saludo desde no muy lejos!