sábado, 28 de junio de 2014

Los pobres son transparentes

Hay cosas que se te quedan grabadas a fuego por muchos años que hayan pasado. Dicen algunos psicólogos que nuestra memoria se queda con "lo que le interesa", y no se por qué, o qué mecanismo neuronal habrá en el interior de mi "perola" para que precisamente me quede con estas cosas.

La primera profesora que me recibió en trabajo social y me impartió la primera asignatura se llama (espero que siga siendo presente) Leandra. Una mujer ya mayor, profesora emérita, que se jubiló con 70 años, coincidiendo su última clase con mi primera. Aparte de su famosa frase "analicemos más allá de lo evidente", que mi promoción la lleva tatuada en las retinas, lo primero que nos dijo fue "cuidado, la limosna es contraproducente". Hay que ofrecerles ayuda, acompañamiento, escucha...pero las monedas que te sobran denigran a la persona de muchas formas.

Tiempo después estudiaría que la pobreza es una situación pero la exclusión un proceso multidimensional y dinámico. Yo creo que todo ésto es muy relativo, más que nada porque como el ser humano vive en sociedad, y la sociedad te llega a determinar, si la élite dominante (no, no voy a entrar en el discurso de la "casta") te dice que estás en exclusión, aquí ni proceso dinámico ni hostias; se convierte en un estado. Antes decía que no iba a entrar en el discurso actual de la "casta" porque me parece un poco tramposo...y no porque lo haya puesto de moda cierta formación política, sino por las falsas diferencias que hace. Un ejemplo

Sábado por la mañana, puerta de un supermercado "de baja gama", de los de "eurohipermegasúperdescuentos". La gente que se supone va a ese supermercado es porque, o quiere ahorrar, o sus ahorros no le dan para mucho más. En la puerta, una señora de unos 60 y pico años pidiendo en la puerta. No avasallaba a nadie, sólo sonreía cuando alguien entraba y daba los buenos días. "Activar gatcheto-gafas sociales", y observo unos minutos antes de entrar. La gente pasa de largo; no responde a unos "buenos días" ni a una sonrisa. Gente de supuesta clase trabajadora, gente no perteneciente a "la casta", gente que es posible que sean usuarias de servicios sociales y vayan a comprar con un bono social...

Me dirijo a la puerta; su sonrisa me recibe desde unos 4 metros antes. Ni me acerca el vaso de plástico con el que pedía, sólo me sonríe, pero yo sí la saludo: "buenos días, ¿necesita usted algo del supermercado?". Su cara cambia, como si poca gente se parase a dirigirle la palabra y tratarla como a una igual. "Pues si me compras un zumito, que todavía no he desayunado...". Ya dentro, lo primero que busco es algo adecuado...hasta yo he caído en la generalidad de no preguntar más. ¿Y si es diabética y no puede tomar glucosa? ¿Y si aparte del zumo, le compro algo de comer, pero no le gusta o no puede comerlo?

Parece que al pobre le tiene que valer todo, como cuando se va a un banco de alimentos y te dan la bolsa preparada. Mire usted, es que a mí a lo mejor no me sientan bien los garbanzos, pregúnteme antes de hacer el paquetito.

Al final, salgo y le doy el litro de zumo y un paquete de galletas. Tampoco llevaba mucho en la cartera como para más...pero ella se deshacía en alabanzas. Me monté en el coche totalmente avergonzado...¿Me da las gracias por las galletas, o por haberla tratado como a una persona y haberla visto? ¿Por qué no he parado más tiempo a hablar con ella, a preguntarle cuál es o son sus problemas, si sabe dónde acudir...? Cosas que no nos salen automáticamente porque estamos influenciados por esta sociedad egoísta donde nos creemos sujetos de derecho...pero el nuestro eh, que los "lúmpenes" no me molesten pidiendo limosna. Pobreza que, por cierto, también creamos nosotros con nuestra pasividad; también  imponemos nosotros con nuestros gestos de indiferencia; que no todo viene "de arriba"

Cuando salía conduciendo del recinto, se volvió desde su sitio y me levantó la mano para despedirse con una sonrisa. Yo me volví a casa creyéndome la mierda más grande de este mundo, y ella siguió transparente e invisible ante aquél deambulatorio de consumidores. Pero estoy seguro de que, por un momento, se sintió visible.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Si no fuese por los illuminati nada de esto pasaría.