miércoles, 29 de junio de 2011

Ya no te espero (II)


Podría decirse que esta es la segunda parte de un post que escribí en noviembre del año pasado, ante la primera visita del papa a España. Ahora, de nuevo, una visita sufragada el 75% por el gobierno, con un gasto aproximado de unos 100 millones de euros, y se utilizan COLEGIOS PÚBLICOS para acoger a quienes van.

Lo he dicho muchas veces a lo largo de la vida de éste blog: soy cristiano practicante, perteneciente a la confesión católica, pero de la doctrina anterior al Concilio de Nicea del año 325 d. C. Todavía quedamos de esos, y nos llamamos "iglesia de base". No nos oponemos a la visita del papa, pero que lo pague la iglesia y cuantas empresas privadas quieran. Aquí un artículo de Público sobre ello.

Por cierto, mis mandamientos también son diez, pero de la Teología de la Liberación, por la que tantas personas fueron asesinadas en Latinoamérica. Aquí os los dejo:
  • La salvación cristiana no puede darse sin la liberación económica, política, social e ideológica, como signos visibles de la dignidad del hombre.
  • Eliminar la explotación, la falta de oportunidades e injusticias de este mundo.
  • Garantizar el acceso a la educación y la salud.
  • La liberación como toma de conciencia ante la realidad socioeconómica latinoamericana.
  • La situación actual de la mayoría de los latinoamericanos contradice el designio histórico de Dios y la pobreza es un pecado social.
  • No solamente hay pecadores, hay víctimas del pecado que necesitan justicia, restauración. Todos somos pecadores, pero en concreto hay que distinguir entre víctima y victimario.
  • Tomar conciencia de la lucha de clases optando siempre por los pobres.
  • Afirmar el sistema democrático profundizando la concienciación de las masas acerca de sus verdaderos enemigos para transformar el sistema vigente.
  • Crear un “hombre nuevo” como condición indispensable para asegurar el éxito de la transformación social. El hombre solidario y creativo motor de la actividad humana en contraposición a la mentalidad capitalista de especulación y espíritu de lucro.
  • La libre aceptación de la doctrina evangélica, es decir, primeramente procurar a la persona unas condiciones de vida dignas y posteriormente su adoctrinamiento evangélico si la persona quiere.
 

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