sábado, 24 de diciembre de 2011

Navidad sin pandereta

"El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombra de muerte una luz les brilló". Isaías 9, 2

Pasan los años y parece que la Navidad está cada vez más descafeinada. Quitando el sentido religioso, estas eran unas fiestas en las que la ilusión rebosaba por los rincones. Pero cada año veo a más gente para quienes, más que una fiesta, es una tortura. No hay más que mirar las redes sociales para darse cuenta de ello.

Es verdad que mientras más mayores nos hacemos, más conscientes somos de lo dura que es la vida, y añoramos esa inocencia infantil que nos hacía inmunes a la tristeza. Echamos más en falta a los que se fueron, que no son sólo los que han muerto; echamos de menos situaciones vividas que, como pasa con el agua de un arroyo, "nunca nos volveremos a bañar en la misma".

Yo también siento cada año cómo la Navidad me pesa. De hecho, desde hace unos 10 años, podría contar sólo una navidad que me fué liviana. Sí, llevo más de 20 años cantando villancicos todos los diciembres llevando un poco de compañía a personas que la necesitan, y aún así, no soy capaz de vivir unas fiestas plenas.

  Pero aún así, siempre queda un rayo de luz que entra por un agujerito del cuarto oscuro. Aunque ésto haya degenerado en consumismo, la verdadera celebración tiene sus raíces en el nacimiento de ese rayo de esperanza. No tuvo por qué haber niño, ni reyes magos, ni estrella de Oriente; lo importante es que esa luz simbólica nacía entre los humildes; era la esperanza para los que no tenían nada que perder. Nacía una nueva era, como a nosotros nos nace un nuevo año. Tenemos la esperanza de que, tras la última campanada, nos pase como a Cenicienta, recuperemos la sencillez, y la vida nos empiece a sonreir.

La verdad es que ésto no se parece nada a lo que quería escribir. Me desperté ésta madrugada pensando en muchas ideas que se esfumaron ésta mañana, pero por ahí iban los tiros.

No, no os voy a desear una feliz Navidad, sólo me voy a remitir a la frase bíblica que puse al principio: deseo que a partir de esta noche os brille una luz que os aliente, os saque de los momentos de oscuridad, e incluso que a veces tengáis que utilizar gafas de sol porque el resplandor de vuestra vida sea tan intenso que llegue a cegar.



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